Es el lema del Día de la Justicia Social que aboga por reforzar la solidaridad mundial y restablecer la confianza en los gobiernos.
Sxxi.net- Opinión
En tal sentido, la OIT (Organización Internacional para el Trabajo), promotora de la conmemoración, insta a impulsar el diálogo en el marco de la construcción de una alianza que fomente la justicia social, aumentando las inversiones, los empleos dignos, impulsando la economía verde, digital y la economía del cuidado.
Pacto que según la Organización debe darse entre los Estados miembros, la juventud, los interlocutores sociales, la sociedad civil, las organizaciones y otras partes interesadas para fortalecer el contrato social que se ha visto fracturado por el aumento de las desigualdades, los conflictos y el debilitamiento de las instituciones destinadas a proteger los derechos de los trabajadores”.
Un llamado mundial de urgencia
La propuesta llega en el momento en que el planeta se debate entre guerras, cambio climático, conflictos armados, desastres naturales, la pandemia que azotó a la humanidad, tensiones por el poder y la supremacía, migraciones desbordadas, inequidad, violencia en todas sus formas, razones demás para pensar y actuar con celeridad implementando medidas que contrarresten la crisis.
Instalados en este panorama, es necesario que los gobiernos atiendan los llamados apremiantes que se hacen desde todas las latitudes del planeta, y busquen acuerdos nacionales, regionales e internacionales, orientados a eliminar la pobreza e injusticia social. Así mismo, quienes han tenido siempre el poder económico, político y social de manera reiterativa, deben entender que la avidez con la que han actuado ha llevado a construir esta historia de dolor, caos y destrucción que debe terminar, así lo ratifica el informe de la OIT: “La aparente falta de respuesta satisfactoria a estos múltiples desafíos y cambios ha suscitado en muchos países un creciente descontento y desconfianza con respecto a las instituciones establecidas y los responsables de la vida pública”. Por supuesto, la palabra aparente, sobra.
Es doloroso evidenciar que quienes gobiernan el mundo instalados en la esfera política y económica, no se conmueven ante la carencia de alimento, agua potable, seguridad, paz, vivienda digna, salud, educación, saneamiento básico, que golpean a la gente pobre del mundo. Del mismo modo, la falta de sensibilidad generalizada contribuye a la naturalización y permanencia de estas formas de violencia contra la humanidad. A pesar de que se dice lo contrario, ya es hora de que el capital tenga corazón.
¿Qué es entonces lo primordial?
Poner en primer lugar las necesidades humanas, antes que las ganancias, ceder privilegios para que todos los seres humanos tengan una buena vida, trabajo digno, cuidar la tierra y los ecosistemas que sustentan la vida, es el camino que permitirá hacer frente a esta debacle que están viviendo en particular los países en vías de desarrollo como Colombia.
Esto se puede lograr si se visualiza a nuestro país como la gran empresa que es, gobernándolo con pulcritud desde esa óptica y reconociendo a sus ciudadanas y ciudadanos como socios del Estado, merecedores del pleno cumplimiento de sus derechos en todas las dimensiones de la vida, directriz que redundaría en resultados positivos en tanto se generaría satisfacción, oportunidades, atención y acceso a servicios, avance de la educación y la ciencia, creación de empresas, disminución de la violencia, desarrollo de talentos en todas las áreas del conocimiento, avance del país.
La apuestano puede ser continuar sometiendo a la población a la tiranía de la pobreza y a la indignidad de un trabajo pírrico y sin garantías laborales, sino dignificarla. Las cifras de inequidad y justicia social en Colombia, uno de los países más desiguales del mundo, así lo indican. Hacer frente a la corrupción que ha gobernado por años en todas las esferas de la vida nacional, es una tarea urgente a adelantar si queremos que los recursos que son acaparados por esta, se destinen al objetivo fundamental: el bienestar psicológico, económico, ambiental y social de colombianas y colombianos de todas las edades y condiciones.
Seguir el juego a la corrupción que nos ha ganado por W, dada la ausencia de la ciudadanía en los escenarios decisorios del país, o insistir en la permanencia de lo que se ha hecho mal, como consecuencia de la manipulación mediática y a la ignorancia política que nos habita, no contribuirá a lograr la transformación deseada para que esta vergonzosa realidad de injusticia e inequidad sea erradicada.
Ahora bien, a pesar de los tropiezos, de las vicisitudes propias que afrontan quienes quieren gobernar actualmente, se evidencia la voluntad política de hacerlo bien. Por tanto, es obligación de la ciudadanía informarse de buenas fuentes sobre los alcances y las intenciones de las políticas, proyectos y reformas que propone el Gobierno Nacional, para discutirlas, hacer aportes y solidarizarse con las actuaciones tendientes a lograr el bien común. Como siempre, en la condición humana no hay perfección y se cometerán errores, pero seguramente los aciertos serán mayores. Esa es la esperanza.
“La justicia social hace que las sociedades y las economías funcionen mejor y reduce la pobreza, las desigualdades y las tensiones sociales. Desempeña un papel importante en la consecución de vías de desarrollo socioeconómico más inclusivas y sostenibles y es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, especialmente cuando estamos lejos de alcanzar tales objetivos. La Asamblea General reconoce que el desarrollo social y la justicia social son indispensables para la consecución y el mantenimiento de la paz y la seguridad en las naciones y entre ellas, y que, a su vez, el desarrollo social y la justicia social no pueden alcanzarse si no hay paz y seguridad o si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales”, asegura la entidad.
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