El odio que nos habita

Gestionar adecuadamente las emociones contribuye al entendimiento y a la paz. Foto: geralt-

Por Sxxi.net Psychology

Todas las emociones, incluyendo el odio, son adaptativas; el problema es cuando se vuelven parte reiterativa de la vida, nos afectan la salud física y mental, y no sabemos cómo gestionarlas.

Definamos odio

“El odio se entiende como un sentimiento que denota intensa antipatía hacia algo o alguien, a quien se le desea el mal y se le profesa un desagrado sostenido en el tiempo. Se describe normalmente como lo opuesto al amor. Es una emoción que a menudo conduce a la rabia, a la enemistad e, incluso, a la violencia y/o a la destrucción”. A.R.

Ubicados(as) en esta definición, podemos concluir que la mayoría, sino todos los seres humanos, alguna vez hemos experimentado odio; sin embargo, se nos ha enseñado que esa emoción es inaceptable, que no la deberíamos sentir porque nos vuelve malas personas, por tanto, recurrimos a reprimirla, a ocultarla, a negarla, pero esta actuación no resuelve el problema de fondo, pues lo mejor que podemos hacer ante tal desafío, es revisarla cuidadosamente, identificarla en todas sus acepciones y aprender a darle el mejor manejo.

Ahora bien, si todos(as) hemos transitado por el odio, de vez en cuando, cosa distinta es sentir odio todo el tiempo. Vivir odiando es una patología que se debe atender de manera inmediata con el apoyo de un especialista de la salud mental.

Comprendamos cómo llegamos al odio

El odio puede iniciar con algo simple como el enojo, que se dispara cuando aparece un aviso de alerta por una amenaza. Ante tal advertencia, una respuesta química nos prepara para luchar o huir, que son reacciones físicas inscritas en nuestro adn ante disparadores como la frustración, el engaño, la mentira, la envidia, el desamor, la violencia, etc., es decir, cuando nuestros deseos o expectativas quedan insatisfechas o quebrantadas.

Esta sobrecarga de energía inicial es la que llamamos enojo, pero cuando permitimos que el enojo suba de nivel, nos acercamos rápidamente a la ira, y si esta avanza sin control, peligrosamente podemos llegar al odio. En otras palabras, hemos posibilitado que la ira invada nuestras vidas sin procesarla, dando paso al odio destructivo que tiene connotaciones más graves y se manifiesta con mayor fuerza cuando le asignamos al otro la intención de dañarnos.

¿Quién gana con el odio?

Con el odio no hay ganadores, todos perdemos, e incurrimos en perjuicios graves a nuestra salud a todo nivel y a nuestras relaciones. Al odiar generamos neurotransmisores que si se mantienen en el tiempo pueden perjudicarnos física y psicológicamente. Un dato clave es que el odio no gestionado hace daño especialmente a quien lo siente, llenando el cuerpo y la mente de toxicidad y enfermedad.

¿Cómo gestionarlo?

Los especialistas de la salud mental aconsejan

1-Descargar el odio de manera física realizando actividades como caminar, correr, nadar, haciendo ejercicios de respiración, de meditación. Nunca de manera violenta contra el otro ni contra nosotros mismo(as). Estas actividades liberan la energía acumulada, restablecen el equilibrio y es posible dar inicio a la gestión del problema sin la furia inicial, con la mente calmada y sin acudir a determinismos y actuaciones de las que nos podamos arrepentir.

2- Comunicar a la otra persona su sentimiento y emociones respecto al inconveniente que los distancia, hablando claramente sobre el dolor que le causó. Es necesario dar a conocer lo que nos pasa y cómo nos sentimos para que el otro entienda (porque nadie es adivino) y, desde una postura empática, se vincule comprometidamente a la solución del problema.

3-Hacer una propuesta de reparación intentando llegar a acuerdos que sea posible cumplir.

4-Examinar sus odios, evidenciando si tienen fundamento, deshaciéndose de todos aquellos sentimientos negativos heredados que carecen de validez. A veces cargamos con odios de generación en generación por concepciones erradas, prejuicios o falta de conocimiento.

5-Tener presente que mediante el ejemplo, el odio puede transmitirse a futuras generaciones porque si niñas y niños ven actuaciones de odio en casa, existe una alta probabilidad que a futuro, lo repliquen en sus vidas.

Reflexión final

Colombia está llena de odios, pero cada ciudadana y ciudadano puede contribuir a disminuir este lastre social, gestionando adecuadamente sus emociones para que la vida personal sea más tranquila y las relaciones armoniosas.

Y si de odio social se trata, ese que se siente por posturas políticas, por pensar diferente, por pertenecer a determinados grupos, debemos rehuir a toda costa contribuir a aumentar su espectro, evitando circular a través de redes sociales comunicados violentos, erróneos o que no se han comprobado. Adicionalmente, es conveniente informarnos adecuadamente con fuentes confiables y creíbles; igualmente, hacer un llamado a la calma y a la no agresión. Solo así, haremos un aporte a la cordura, a la paz, habitaremos en el amor, y seremos capaces de prevenir las lamentables consecuencias que genera no saber administrar esa emoción tan destructiva y fuerte que se llama odio, cuando se sale de las manos.

Si tu corazón es un volcán, ¿cómo pretendes que broten las flores?” Khalil Gibran

Sxxi.net-Psichology invita a ver este vídeo, en el que se evidencia que el amor es la respuesta al odio entre personas, al odio por causas políticas, religiosas, de género, raza, o cualquier otra condición, y una alternativa al descuido que hemos sometido al planeta.

Gracias por su donación

Si tiene dificultades para gestionar sus emociones, los psicólogos de Fundación S-XXI, están listos para atenderle. Informes: 3194106483

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