Entrevista-homenaje a Elso Orjuela, un veterano líder cívico de la provincia del Sumapaz, expresidente de la Central Nacional Provivienda, una organización modelo de trabajo asociativo en la construcción de vivienda en el país. Aquí la historia del proceso en Fusagasugá-Cundinamarca.
Con el entusiasmo de haber sido protagonista principal de un proyecto bandera en la región, que benefició a muchas familias, no solo en el territorio, sino en el país, nuestro invitado habló sobre la experiencia de construcción de vivienda comunitaria que ayudó a impulsar, sus aciertos, errores, alegrías, dificultades y avances.
E. –Elso, cuénteme sobre la fundación de los 5 barrios en los que usted participó
E.O. –Mi padre fue fundador del sindicato de oficios varios, en ese sindicato, la gente se planteó que estaban defendiendo el derecho al trabajo y, entonces, se propusieron a través del sindicato, buscar la forma de resolver problemas de vivienda para tanta gente que llegaba desplazada de la provincia. Entonces se fueron y buscaron a la Central Nacional Provivienda, que había fundado el Partido Comunista, hacían sus reuniones a escondidas y empezaron a hacer una colecta para comprar un terreno entre todos. En esa época se podía hacer ahorro colectivo, hoy en día no, tiene que ser en cuenta bancaria. En esa época lo hacían en la casa del tesorero o del presidente, y todo el mundo aportaba los 200 pesitos, con los cuales se compró un terreno en el barrio Álvaro Sabogal en 1971.
Pero bueno, había que ponerle alcantarillado, electricidad, calles. Entonces, mi padre me dijo que no tenían quien llevara las actas, porque eran personas que no sabían escribir, así que fui elegido secretario de la junta, escribiendo en maquinita. Por mi parte, seguí aprendiendo y orientando por aquí, por acá, miré, la teoría dice esto…Empezamos a hablar de los planes de ordenamiento, ni siquiera territorial, sino de planes de ordenamiento urbano, y yo siempre me interesaba. Con todo esto me hice muy conocido ahí, y después, poco a poco, resulté presidente de Provivienda. En el barrio Obrero fueron 208 los lotes y soluciones de vivienda, pero claro, no había arquitectos, ¡nada! y quedó mal hecho, pero así quedó.
E.- ¿Qué paso luego?
E.O.- Con esa experiencia ya la gente nos buscaba; empezamos a llamar más gente, a inscribirla, y fundamos otro proyecto que fue el barrio Pablo Bello, pero este sí ya lo hicimos con algo de tecnología. Conseguimos amigos arquitectos, ingenieros, abogados, y ya como estudiante universitario no hicimos las cosas tan mal, pudiendo hacer bien ese proyecto.
E.- ¿Cuál fue el avance con el proyecto Pablo Bello?
Hicimos el presupuesto, el terreno vale tanto, la mano de obra, tener una oficina, tener funcionarios, y empezamos también a decir: “Arquitecto, necesitamos una casita que sea elegante, ya no un ranchito de paroid”. Está bien que al comienzo lo hicimos improvisado, pero a futuro hay que hacer casas bien hechas. Entonces los arquitectos amigos nos apoyaron, e hicimos las casitas más o menos bien diseñadas, el plan de alcantarillado más técnico, empezamos a conseguir recursos y terminamos el barrio Pablo Bello.
E.-¿Cuántos fueron los beneficiarios?
E.O.-148 familias fueron beneficiadas. Por ahí como al año de haber empezado, la gente nos buscaba para construir otro barrio, y después de ver esa cantidad de gente que llegaba, nos reunimos en un cambuche que hicimos ahí mismo en el barrio y le quitamos el miedo a hacer una asamblea inmensa. Llegaban 300, 400 familias y, todo el mundo, “que mi lote, que mi lotecito”, pero había que llenar ciertos requisitos, e inventamos un reglamento, pero, a pesar de eso la gente no sacaban el cuerpo, solo uno que otro.
E.-¿Llegaron oportunistas?
E.O.-Llegó mucho oportunista, muchos que decían: “compremos tres cuatro lotes”, entonces pusimos una condición, que el municipio incluso nos la criticó: – para tener derecho al lote, hay que llenar tres requisitos: primero, ser cabeza de familia;-segundo, tener hogar constituido, había que certificarlo y demostrarlo; -tercero era con un certificado catastral, demostrar que no tenían propiedad de tierra urbana, que era campesino, que venía del campo y que aspiraba a tener casa; podía tener finca, pero no propiedad urbana.
E ¿Exigieron otros requisitos?
E.O.– Si. Otra cosa que hicimos, lo que más nos criticaron, fue que a la gente le hacíamos tomar un curso para explicarle eso, por qué no aceptábamos esas cosas, y por qué poníamos otras más. Igualmente, a la gente le dijimos: “La escritura se da hasta dentro de cinco años”, porque de lo contrario, nos convertían el proyecto en un comercio, llenaban todas las condiciones, enseguida lo vendían y después pedían otro lote. En muchas partes lo vimos, por eso, lo mejor era prevenir.
E.- ¿Y el tema político?
E.O.- Le metíamos teoría política por qué había que poner esas condiciones ideológicamente, porque no era una cosa mercantil, éramos organizadores, luchadores de la vivienda y, de esa esa manera, hicimos cinco barrios.
E- ¿Cuál es el nombre de los barrios que ustedes construyeron en la provincia ?
E.O.- Fueron los barrios Obrero, Pablo Bello, Comuneros, Jaime Pardo Leal, Las Américas. Esos cinco barrios con mi participación y dirección colectiva.
E.- ¿Cómo era valorada su labor por la comunidad?
EO– Le cogí tanto el tiro a eso que los compañeros me tenían respeto y aprecio, todos nos queremos mucho, además era una cuestión solidaria muy buena, y pusimos un reglamento de habitabilidad, de construcción, pues cuando entregábamos un lote les decíamos: “Le vamos a dar tres meses de plazo para que esté viviendo en él; hacer una casa no es obligatorio, pero así sea con tablas, con latas, como sea, porque es que, si usted no se viene a vivir ahí, en 10 años estará ese lote ahí, como bien mostrenco, y tenemos nosotros que ir a defenderlo de los invasores. Usted lo defiende y, de paso, tiene tres obligaciones: una, ir haciendo su casita; la otra, tener que pagar el lote, porque había que pagarlo por una cuota muy sencilla, y la otra, quitarse el arriendo de donde está, y más bien esa plata métala aquí a su casita”.
E.-¿Por qué esa condición?
E.O.-La vida ha demostrado que uno invierte plata en donde está viviendo. Cuando uno no vive ahí, la plática que tiene se la gasta en una borrachera, en un cumpleaños, en un matrimonio, en una primera comunión, que es un derecho, pero es privilegiado por que la vivienda no es suya, es de sus hijos, y la casa no es para que usted tenga marranos, ni gallinas, ni conejos, es para sus hijos. Era un poquito exigente, pero es que tienen que ser así si las cosas, sino se forman libertinaje.
E.- ¿Qué problemas se les presentaron?
E.O.- Nos tocó a veces resolver problemas, pero claro no venciendo, sino convenciendo, explicando a la gente las cosas, y nos convertimos, casi que en inspectores de Policía, porque cuando habían problemas, no buscaban al alcalde, por eso nos empoderamos tanto.
¿Qué manejo le daban al tema del agua en los primeros barrios?
Cuando fundamos los primeros barrios los hicimos cerca de las cañadas para tener como desaguar las aguas servidas. Juan de la Cruz Varela, líder agrario y campesino de Sumapaz, y también la teoría, nos enseñó que eso no es así; lo peor que se puede hacer es hacer los proyectos cerca de las cañadas; debemos tener los criterios técnicos, eso lo aprendí leyendo algo de los soviéticos, debíamos tener unos sistemas de recuperación de las aguas servidas. El agua llega al barrio la consumimos y va a un sitio. De ahí ya empezamos a leer más y a entender que debemos respetar, entonces no más barrios alrededor de las cañadas.
E- Bueno, ¿y el transporte público a los barrios?
EO- El transporte urbano de Fusagasugá nació en el barrio Obrero, antes no había transporte. Entonces, como este barrio está lejos del centro de la ciudad, un señor que tenía un carrito dijo: “Yo los llevo por la mañana y los traigo por la tarde”, y así fue formándose el transporte urbano. Ya después, no era un viaje por la mañana, sino 2 por la mañana y dos por la tarde. Fue entonces cuando le pasamos la onda al gerente de Cootransfusa que era Eduardo González, un amigo nuestro, y puso una busetica.
E- ¿Cómo manejaban las basuras?
E.O. Para las basuras, contratábamos un camioncito de un amigo que vivía ahí para que la sacara y la llevara al botadero del municipio.
E.- ¿Qué camino tomó su liderazgo?
Después resulté en la Junta Central Nacional de Provivienda, recorrí todo el país, y terminé en el año 2018. Fui presidente nacional desde 2013 y en el 18, me vine a lo mío.
E.- ¿En cuántos departamentos estuvo Provivienda?
EO- Tuvimos presencia en 23 departamentos; hicimos cerca de 500 proyectos en todo el país, y hemos apoyado construcción de vivienda a más o menos a 100.000 personas. Excelente escuela, bellísima experiencia, proyecto único en el mundo y en su género.
E- ¿Cuál es la diferencia entre este proyecto y otros que se ha adelantado en Colombia?
EO- Hay muchos planes urbanísticos: está el de vivienda sin cuota inicial, y el otro de Santos que hizo una cantidad de viviendas también sin cuota inicial, que son proyectos que no podemos despreciar, pero eran proyectos básicamente para sostener a los productores de materiales de construcción y a la banca comercial. Los proyectos de Santos todos fueron orientados a proteger la banca burguesa; nosotros por ahí les colamos algunos, pero la concepción no era vivienda popular, la consideramos plata para los bancos.
E- En este proceso y en esta lucha política, ¿cómo fue formando su familia para llegar hoy a lo que es?, porque sus hijas y sus hijos hoy son también parte del proyecto político de un nuevo país.
E.O. -A ver, desde muy joven aprendí que la lucha política y social que damos debe ser transparente y con la gente. Aquí no hay nada de clandestino o escondido. Nuestros manejos económicos deben ser cristalinos y nuestras reuniones las podemos hacer si se quiere, a campo abierto, porque no vamos a conspirar contra nadie, sino a reivindicar unas comunidades y unos derechos.
En todas esas cosas me decía, los hijos míos tienen que aprender estas cosas también, y yo no voy a esperar a que tengan 20 años para contárselo, tiene que ir educándose desde niños. Así, aprendieron a andar con nosotros, conmigo y con mi compañera; ella era dirigente sindical del hospital. Entonces, a la reunión del sindicato llevaba uno el ´chino´ y yo me llevaba el otro, y les decía a los compañeros: “Traigan los niños. los jóvenes, los muchachos, sus hijos, para que aprendan y entiendan qué hacen ustedes cuando no están en la casa”.
Si los hijos están con uno, están aprendiendo, claro, y qué más cuidado que con uno, y uno está también entendiendo sus necesidades, porque cuando no se está en la casa, no se da cuenta de las necesidades, y eso lo forma a uno también. Por eso mis hijos, desde pequeñitos, aprendieron la lucha política, la lucha social. Por ejemplo, ya andaba en los municipios y, en lo posible, desde que no hubiera riesgos, siempre un niño estaba conmigo, aprendiendo a conocer los compañeros. Eso fue escuela, no sé si alguien más lo haría, pero yo sí lo hice.
Elso Orjuela, su vida, su claridad política, su lucha social, transparente, abierta y con resultados, da cuenta del talante democrático de este líder emblemático de la provincia de Sumapaz.