Nos vigilan y podemos vigilar

La vigilancia hoy es mutua, participemos de la vigilancia de lo público.
Por Andrés D. Salazar Fierro
Sociólogo (UN), Esp. Ambiente. Ms. Desarrollo Humano.

En la actualidad se está presentando una disputa de poder aparentemente silenciosa, cuyo símbolo podría ser el ojo que todo lo ve. La ciudadanía es ahora más que nunca víctima del registro y control de su comportamiento a través de los medios tecnológicos y, al mismo tiempo, cuenta con herramientas impresionantes para regular y monitorear las acciones de empresas, Gobiernos y Estados.

El Panóptico, ese ojo que lo ve todo, no sólo puede ver sino que también puede registrar, los acontecimientos de todos los ámbitos de la vida de miles de millones de personas a través de la internet. Así mismo, los Gobiernos y las empresas cuentan con estos instrumentos que les permiten ejercer un control o al menos un seguimiento más estrecho a los fenómenos que les atañen.

Es ahí en donde yacen todos los fantasmas y miedos del autoritarismo, fascismo y en general opresión a las personas a partir del control y vigilancia de su vida; el Panóptico de Foucault multiplicado por todas las cámaras que pública o privadamente siguen nuestra existencia.
Desde cualquier orilla ideológica habría motivos para el temor, se mira con estupor la manera en que la China ha incorporado la tecnología para tener control estricto del comportamiento de los ciudadanos, individualizando sus conductas a partir del seguimiento, de manera tal, que se les margina, ya sea por opinar contra el régimen, ser deudor, tener infracciones o delitos previos, favoreciendo esta nueva condición de paria para perseguir a las personas limitando severamente su capacidad de gestionar oportunidades, de acuerdo a un algoritmo institucional.

Desde la otra orilla, basta mirar las implicaciones de la inclusión de la tecnología y las redes sociales en la cotidianidad, permitiendo que estos gigantes de la tecnología almacenen incontables datos de nuestro devenir, que en caso de ser usados en contra nuestra, fácilmente nos vulneran, recordándonos que no hay nada más humillante que perder la intimidad.

Sin embargo, al mismo tiempo la ciudadanía cuenta con una mayor capacidad de acceso y control a las esferas públicas, como nunca antes en la historia, en otras palabras, cada vez es más fácil hacer veeduría y control ciudadano sobre lo que ocurre en la esfera pública. Al respecto, es ilustrativo el dato de la Procuraduría que asegura que cerca del 70% de sus investigaciones se originan en denuncias ciudadanas. En otras palabras, todos podemos ser protagonistas de los procesos que se adelantan en la esfera pública, en los cuales, están en juego nuestros derechos y el respeto a la ley, porque la corrupción es uno de los fenómenos que más nos convendría atacar a los colombianos, a través del control, y exigiendo transparencia a las entidades y autoridades, que si bien son autoridades, lo son, en tanto están sujetas al escrutinio público porque su obligación es hacer cumplir las leyes y los derechos de la ciudadanía.

Las herramientas están servidas y su utilidad dependerá de la participación y protagonismo de las personas para ejercer vigilancia sobre los poderes públicos, de manera tal, que cada vez la ciudadanía, en tanto actor externo a quienes componen el aparato estatal, y ajeno a los grandes sectores y poderes económicos, logre efectivamente poner a su servicio lo que tantas veces se desvía de manera voluntaria para satisfacer o privilegiar los intereses de unos pocos sobre los de la mayoría.

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