Las formas inadecuadas de actuar entre nosotros, con los animales y la naturaleza, se han impuesto en el mundo llevando a la humanidad a la debacle en que vivimos. Las consecuencias de las que somos víctimas nos dicen que es hora de replantear y reorientar nuestro proceder.
Rectitud, honradez, bondad, entereza, decencia, lealtad, sinceridad, conducta irreprochable, control de las emociones, se encuentran como sinónimos y significado de la palabra integridad. Usualmente a eso nos referimos cuando hablamos de una persona íntegra. Pero la integridad no nace con nosotros, se construye como otros valores fundamentales, que por su práctica coherente adornan nuestra personalidad y nos vuelven confiables a los ojos de los demás.
¿Cómo actúan las personas íntegras?
A pesar de nuestra condición de imperfección, las personas íntegras se esmeran siempre por hacer lo que es éticamente correcto, de manera coherente en toda circunstancia, y no solo cuando les conviene, de manera acomodaticia, dependiendo de quienes las rodeen, o del contexto en el que se encuentren. El actuar íntegro implica la fidelidad habitual a un sistema de valores y principios que le exigen al ser humano respetarse, respetar a los demás, y ser leal a sus principios, actuación que comúnmente choca con maneras de ver el mundo en el que honrar y considerar al otro, no es importante, ni una prioridad.
¿Cómo estamos en integridad?
Infortunadamente en Colombia padecemos una grave crisis de falta de integridad, en todos los ámbitos, expresada en violencias que superan lo imaginable, tanto a nivel familiar, laboral, como en el escenario social. Ni hablar de la integridad mental y emocional, quebrantadas también por la violencia física y otras formas de agresión que en apariencia no dejan huella, pero que se constituyen en ataques aberrantes a nuestra sensibilidad.
Ante este panorama ¿cuándo enseñar la integridad?
La pobre condición en que se encuentra la integridad exige enseñarla desde la primera infancia, tanto en la familia como en la escuela. Desarrollarla de manera sólida y afectuosa es una tarea primordial de los primeros agentes socializadores: padres, familiares, maestros y cuidadores, quienes deben estructurar planes de acción coincidentes, que se complementen y orienten hacia el mismo objetivo, porque cuando los adultos significativos no armonizan sus palabras con sus acciones o no convergen en el proceder ético, pueden dar lugar a lamentables confusiones en la mente y posterior comportamiento de niñas, niños y jóvenes.
Pero también requiere la toma de conciencia de los gobernantes, que han sido hasta la fecha, adalides del mal proceder y de la falta de integridad en relación con sus gobernados, sometiéndolos a miseria, hambre, dolor, falta de oportunidades, violación constante de sus derechos, sin la más mínima compasión.
Eso quiere decir, que la sociedad colombiana como totalidad está en la obligación de rescatar la integridad, de cambiar, de ceder, de dar generosamente, de aportar, si queremos dar paso a un mundo mejor, en el que todas las personas importen, hasta alcanzar el objetivo colectivo de existir dignamente en armonía con el ser natural.
Pautas para enseñar la integridad
Ser modelos sociales íntegros
Es una de las maneras más efectivas de enseñar la integridad, pues el aprendizaje es más factible instruyendo con el ejemplo que con palabras, en particular, si es un verbo vacío y contradictorio. Por esa razón, debemos esforzarnos por ser firmes y auténticos en el propósito de construir y enseñar la integridad.
Decir la verdad
La mentira está a la orden del día por donde se mire; se dice de manera natural, con descaro, sin inmutarse, y sin culpabilidad. Muchos padres, madres, familiares, maestros, cuidadores, funcionarios, políticos, líderes, mienten deliberadamente, sin siquiera pensar en el mal que causan al desarrollo ético y moral de quienes son sus aprendices. En tal sentido, decir la verdad se convierte en un imperativo ético y moral para todos, si queremos coadyuvar en la educación de una personalidad íntegra.
Formar personas empáticas
Enseñar amorosamente a niños y jóvenes a ponerse en el lugar del otro, llámese ser humano, naturaleza o animal, sintonizados con sus emociones, sentimientos, dignidad; y actuar en perspectiva de evitar el sufrimiento ajeno o colaborar decididamente a disminuirlo, es una manera efectiva de formar personalidades íntegras, empáticas, bondadosas y compasivas, que se interesarán sincera y comprometidamente por los demás; principio básico de la edificación del mundo amable y solidario que reclama a gritos la humanidad.
En resumen, una persona íntegra:
- Hace una contribución importantísima a la humanidad al formar personas íntegras, una gran necesidad en el país y en el mundo actual.
- Sirve como modelo positivo de valores personales que generan bienestar en la familia y comunidad.
- Genera confianza, seguridad y credibilidad.
- Es una persona más feliz y seguramente será generadora de paz y felicidad.
- Aporta a la construcción de una sociedad más ética, equilibrada, democrática, solidaria, comprometida y justa.
“Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti”
H. Jackson Brown, Jr.
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