El espacio familiar y escolar, en donde transcurre el desarrollo infantil, es primordial para garantizar que se realice en las mejores circunstancias. Sin embargo, para muchos niños y niñas, la familia es el entorno más peligroso.
¿Qué es un entorno seguro?
La noción de entorno protector o seguro hace referencia a un espacio libre de violencias, en donde las relaciones entre las personas se dan de manera afectuosa, en el marco del respeto a los derechos humanos; un entorno en el que se cumple el principio constitucional de poner en primer lugar las necesidades de niños y de niñas, velando por el interés superior de ellas y ellos; un nicho en donde nos esforzamos por tratarnos bien y cuidarnos mutuamente.
Resumiendo
Un entorno es seguro si cumple con estas condiciones
- Cuenta con personas adultas conscientes de su compromiso con el cuidado y protección de niñas y niños, siendo ellas ejemplo de buen trato para quienes circulan en el entorno.
- Es un espacio basado en el enfoque de derechos que da prioridad a las necesidades reales de las personas que en él participan.
- El entorno protector permite participar, vivir, aprender, crecer y desarrollarse en ambientes libres de violencias.
- Es un entorno en donde se garantizan los derechos de todos y en donde se priorizan la prevención, la reducción y erradicación de riesgos que puedan afectar la integridad de carácter físico emocional o social de las personas.
- En un entorno protector, niñas y niños pueden adquirir las mejores herramientas para construir su vida con base en la oferta de numerosas posibilidades que les permitirán desarrollar su potencial y capacidades.
¿Por qué es importante que un entorno seguro cumpla estas condiciones?
Cuando la familia garantiza el cumplimiento de estos requisitos fundamentales para el entorno en el que se desarrollan niñas y niños, desde su gestación, brindará el soporte necesario para su proyección como seres únicos, con alta autoestima, seguros de sí mismos, amorosos, generosos, solidarios, bondadosos, conscientes. Contrario ocurre en la personalidad de niñas y niños si viven en entornos maltratantes en los que son sometidos por parte de sus padres a distintas formas de violencia y vulneración de sus derechos.
Para pensar y actuar
Los dos panoramas deben suscitar una profunda reflexión sobre el enorme compromiso que adquirimos al convertirnos en madres y padres, entendiendo que la responsabilidad de criar hijos, de acompañarlos en su proceso de desarrollo es enorme, y grandes las satisfacciones, si cumplimos plenamente con nuestro deber, con mayor énfasis y autoexigencia, en este tiempo de pandemia, e independientemente de las condiciones en que los hayamos engendrado.
Hombres y mujeres viviendo juntos o separados tenemos la obligación de dar lo mejor a nuestros hijos, de tratarlos dignamente, con amor y respeto, pues las consecuencias del desamor no solo las paga la familia, también la sociedad. Colombia viene siendo víctima por años, de este abandono que, usualmente, es ejercido por el género masculino.
Así que, después de leer esta nota, pregúntense mamá y papá ¿están ofreciendo a sus hijos un entorno seguro, amoroso, respetuoso, digno, con oportunidades? Si la respuesta es positiva, están haciendo una excelente labor y se debe continuar el quehacer con la misma determinación. Si la respuesta es negativa, teniendo presente el grave daño que causa, es hora de asumir plenamente el compromiso de participar activamente en la crianza de sus hijos y proveerles amor, compañía, protección y bienestar material. Ellos y la sociedad se lo agradecerán.
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