A pesar de haber sido considerado una figura secundaria, la ciencia reconoce su importante papel en este esencial acto de amor.
Durante las primeras semanas después del nacimiento del bebé, es usual que la mujer viva una serie de emociones y sentimientos positivos hacia el hijo(a), combinados con cansancio y agotamiento físico, producto de la exigente experiencia del embarazo y el parto; y es justo, en ese momento, en donde el padre juega un papel fundamental, cuando se ubica en la comprensión de las circunstancias que atraviesan la vida de la madre, para actuar desde el afecto y el conocimiento, de manera solidaria y comprometida en el proceso de lactancia y crianza.
¿Qué debe comprender el padre de un recién nacido?
Lo primero que un padre debe comprender es que la mujer viene experimentando una cantidad importante de fenómenos psíquicos y físicos que la afectan en mayor o menor medida; que las tareas de alimentación y crianza del bebé no deben ser realizadas únicamente por ella, y que esa labor requiere del apoyo incondicional del padre
El padre debe desarrollar el vínculo afectivo con el bebé
Proceso que a algunos hombres les cuesta, y es que además se les dificulta entender la dedicación casi exclusiva que brinda la mujer al hijo(a), en una relación intensa y emotiva, percibiéndola como sinónimo de desplazamiento; pero en realidad, la consagración femenina tiene que ver con la comprensión sentida de las necesidades del hijo(a), muchas veces apremiantes. Sin embargo, estas necesidades, no solo deben ser satisfechas por la madre, porque el padre también puede desarrollar esa sensibilidad y habilidad de cuidado y protección del bebé. De hecho, también el padre puede sumarse a las actividades que la madre adelanta con su hijo(a), construyendo un escenario propicio para el establecimiento del vínculo y el amor, superando el imaginario del padre desplazado, y más bien fortaleciendo la triada amorosa, benéfica para todos.
¿Qué tareas puede compartir el padre?
El padre puede vincularse en todas las actividades relacionadas con la crianza, y si es necesario, debe instruirse a través de libros, videos y lecturas disponibles que orienten la adquisición de habilidades paternales y le permitan establecer una relación exitosa con el hijo(a). El dicho popular ´los hijos vienen sin manual´ es cierto, por tanto, es una obligación educarnos para tratar de no cometer tantos errores, como los que cometieron con nosotros.(Recomiendo leer Manual Práctico para ser Buen Padre, de mi autoría, que orienta al padre de manera sencilla y clara, sobre distintos temas relacionados con la crianza exitosa).
El contacto físico y la palabra amorosa
El momento de la lactancia, que representa para el hijo, amor, supervivencia, cuidado, protección, seguridad, es el espacio propicio para que el padre reafirme esos sentimientos, compartiendo con la madre la vivencia, acariciando al bebé, hablándole con palabras bonitas, expresándole amor. Luego, sería oportuno que el padre cargue al niño(a) contra su pecho, dando suaves palmaditas en su espalda para que salgan los gases, práctica necesaria para evitar cólicos que harían llorar al bebé de dolor. También puede dormirlo, aprender a bañarlo, atendiendo todas las medidas de seguridad, a cambiarle el pañal, y jugar con él. Conozco experiencias hermosas de hombres compenetrados con sus hijos, que, aún desde el vientre, establecen procesos de comunicación afectuosos que perduran a lo largo de la vida.
Favorecer el descanso de la madre
Permitir que duerma lo necesario es de gran ayuda para la salud física y mental de la mujer, también contribuir a calmar al niño cuando llora en las noches, atendiendo de inmediato su llamado, porque afortunadamente ya superamos la antigua creencia errónea de dejar llorar a los niños(as) sin atenderlos, en tanto el llanto, es el llamado urgente del hijo ante una necesidad, incomodidad, dolor o peligro.
Realizar actividades domésticas
Aunque las mujeres por lo general atienden las labores domésticas, actualmente, por fortuna, muchos hombres comparten estas responsabilidades con sus compañeras o esposas, acogiendo en el hogar prácticas de vida democrática. Esto es lo que exige continuamente la llegada de un bebé: la mano amorosa de un padre considerado que contribuya con estas faenas, atendiendo a la mujer, preparando alimentos de calidad para ella, consintiéndola, considerándola, expresándole afecto.
Finalmente, es necesario reconocer que la crianza es una tarea que exige corresponsabilidad, y que las actuaciones del hombre centradas en el bienestar de la mujer y el hijo(a), consolidarán a la familia y a la pareja en el amor, el cuidado, la protección, la solidaridad, sobre la base del respeto, el trato bondadoso, el buen ejemplo a hijas e hijos, que a la postre incidirán en la construcción de una sociedad fundamentada en la paz, el trato digno y la equidad.
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