Las goteras de Max
Por Max Henríquez Daza Meteorólogo. Desde Francia.
El escenario más catastrófico esperado para San Andrés y Providencia era el paso de un huracán categoría 5, tal como lo dejé consignado en el primer simulabro de evacuación por huracanes que adelantamos en el 2005 entre el Ideam, del cual era yo su Subdirector de Meteorología, y la Dirección General de Prevención y Atención de Desastres-DGPAD, hoy Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres-UNDGR, antes y ahora con la dirección del Dr Eduardo José Gonzalez, quien aceptó y convocó el simulacro. La idea era que la población participara voluntaria y masivamente y para ello habían sido invitados por los Bomberos, la Defensa Civil, la Cruz Roja y la Gobernación de las islas, por supuesto. Asistieron muy pocos y hubo grupos de isleños que se molestaron de que desde el continente fueran a imponerle cosas que no sucederían.
Lo cierto hoy es que es el peor desastre por causas meteorológicas que ha sufrido un municipio entero de Colombia en su historia, con un impacto en la infraestructura del 100%, un 80% con destrucción total. El número de personas muertas fué por fortuna muy bajo, lo cual es un indicador positivo, teniendo en cuenta la intensidad del fenómeno. De esta experiencia deben sacarse unas conclusiones importantes y fijarlas en el ideario colectivo para nunca olvidar lo que pasó, que no es un asunto que deba ser menospreciado y, para el futuro de las islas, adoptar las medidas preventivas, en consecuencia, ahora sí.
En un artículo escrito por Nicolás Bustamante Hernandez en El Tiempo del 21 de noviembre nos enteramos que el meteorólogo del MIT Kerry Emanuel pronosticó en 1987, que estos sistemas ciclónicos tendrían una mayor intensidad en el futuro por el cambio climático, en un artículo que publicó en la revista Nature. La Fundación BBVA lo premió por su fundamental contribución en esa materia, ya que fué el primero en asociar la intensidad de los huracanes con el calentamiento de los océanos, producto del cambio climático. Sin embargo, el entonces Director del Centro Nacional de Huracanes en una conferencia técnica que dictó con ocasión de la reunión anual del Comité de Huracanes del Atlántico, regional IV de la Organización Meteorológica Mundial, a la cual tuve el honor de asistir, presentó los resultados de un estudio realizado por él y su grupo de colaboradores sobre las tendencias en cuanto a intensidad de los huracanes en la región de cara al cambio climático. Dijo que no había encontrado una tendencia clara y que había certeza de que se estarían presentando huracanes más intensos en el futuro. Sin embargo, la evidencia ha confirmado lo previsto por Kerry Emanuel y, por ello, debemos ser conscientes y preocuparnos. Iota, el sistema ciclónico número 30 de este año, ha establecido un nuevo récord histórico (desde 1851) del número de tormentas y huracanes en una sola temporada, que había sido de 28 en el 2005.
Que causó que Iota fuera tan intenso y porqué en esa trayectoria? Las aguas del océano han estado calientes hasta una profundidad de unos 50 metros, un par de grados por encima de lo normal, lo cual garantizó la “máquina de calor” necesaria para que haya arrancado Iota. Pero también, la disminución de las temperaturas con la altura en la atmósfera fué rápida para favorecer los movimientos verticales, de abajo hacia arriba, suficientemente fuertes para que se sostuviera el proceso; este fué el mecanismo por el cual este ciclon se alimentó de la humedad que le trajeron los vientos desde la superficie del Caribe hacia las capas más altas de la atmósfera, para el proceso de la condensación violenta que aceleró su intensificación en un tiempo corto. La trayectoria estuvo determinada por esa senda cálida en la superficie del mar Caribe y la estructura de vientos, humedades y presiones que en su momento había allí. En septiembre de 1911 hubo un huracán con trayectoria parecida a la de Iota y fué esa la que yo escogí como la situación meteorológica extraordinaria capaz de detonar un huracán categoría 5 hacia nuestras islas. Estos casos excepcionales son los que definen los gran desastres y hay que entender su termodinámica particular con sentido común y excepcionalidad. Infortunadamente ese caso se dió 109 años después.
Dos factores adicionales complementaron el escenario catastrófico de Iota en el archipiélago colombiano. La presencia de un fenómeno de la Niña (aguas extraordinariamente frías) en la superficie del océano Pacífico tropical y el calentamiento de los océanos como ya lo había planteado el cientifico del MIT. Ya está comprobado por los estudios realizados por el Ideam, que cuando hay Niña en el Pacífico, el Atlántico y Caribe se calientan y hay más huracanes en la temporada. Mientras que cuando hay Niño en el Pacífico, pasa lo contrario. Asi que todo estaba dado para causarnos el mayor impacto en las islas, pero no es el único sitio del país que estaba en riesgo alto de ser arrasado por huracanes. Tambien lo está la Guajira, aunque haya incrédulos (que siempre los hay) que digan que eso es poco probable. Claro que es poco probable estadisticamente, pero no hay que dejarse sorprender. Este suceso puede suceder en cualquier temporada de huracanes del futuro, porque las aguas superficiales del Caribe se calientan cada vez más y las sendas que lleven grandes huracanes por allí serán más y más probables. Ya han pasado superhuracanes categoría 5 a solo 200 km de la Guajira, como Iván en el 2004 y Félix en el 2007, y ni hablar del Matthew que alcanzó a posar sus brazos espirales sobre la península y otros sectores del litoral Caribe y la Sierra nevada de Santa Marta. Lo malo es que en la Guajira no hay ni vías en su parte norte para evacuar gente en caso que ese grave escenario se presente y son miles los que componen las familias indígenas que habitan allí.
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