Violencia contra los padres

La buena crianza es un factor protector de violencia filio-parental. Foto:Cre8tivehome.

Por: Ana Patricia Cerón Guerrero. Psicóloga. Especialista en Desarrollo Infantil

Sxxi.net Psychology. Bogotá, julio 2021. La violencia filio-parental ya se mostraba con fuerza desde antes de la pandemia y ha recrudecido exacerbando las crisis en las familias que la padecen ¿Qué hacer?

Definamos

La violencia filio-parental comprende los  actos reiterados cometidos por un hijo o una hija para causar intencionalmente daño físico, psicológico o económico, con el objetivo de obtener control o poder sobre madres, padres o quienes ejerzan esa función.

¿Cómo se expresa?

Tiene un comportamiento en espiral, como todas las violencias,  y crece progresivamente   manifestándose en actuaciones que van desde  insultos, descalificaciones, amenazas, ruptura de objetos, agresiones físicas que se vuelven más  severas,  reiteradas, y no se detienen a pesar de que la hija o el hijo violento haya logrado someter, dominar y controlar a sus aterrorizados padres, mediante prácticas dictatoriales, tiránicas, desafiantes, vengativas, cargadas de irritabilidad y enfado, deteriorando significativamente  el clima familiar.

¿En dónde tiene origen la violencia filio-parental?

Por lo general, se origina en el seno familiar, en la infancia, en el marco de modelos familiares conflictivos y  estilos educativos ambivalentes, dicen los expertos. Ya en la adolescencia, hijas e hijos que han recibido esta influencia pueden replicar estos comportamientos actuando de manera controladora y abusiva para obtener lo que desean. Al parecer esta forma de violencia es mayor en los hijos varones, en comparación con las hijas, y se ejerce especialmente contra la mujer.

Factores que aumentan el riesgo de violencia filio-parental

Investigaciones realizadas entre 2014 a 2017 señalan algunas condiciones que podrían favorecer la exposición a violencia filio-parental, unidas a la falta de formación de hombres y mujeres para sacar adelante procesos de crianza basados en el respeto, las normas y el amor.

1Maternidad y paternidad tardía: Con inicio después de los 35 años o en edades avanzadas, conduciría a mayor riesgo de vivir esta forma de violencia, en razón al  desgaste de los progenitores, al aumento de problemas de salud física y mental que  exigiría a los hijos asumir el papel de cuidadores, rol que no todos están dispuestos a asumir, máxime si fueron víctimas de maltrato.

2-Progenitores solventes económicamente: Aunque la violencia filio-parental se presenta en todos los estratos, las investigaciones evidencian incremento en el porcentaje de agresiones hacia progenitores de nivel socio-económico medio y alto, y formación académica superior. Esto debido a que los hijos que no han logrado éxito en la vida laboral o son ambiciosos, acostumbrados a recibir sin esfuerzo, bienes materiales o servicios, exigen cada vez más a sus padres, satisfaciendo sus deseos a como dé lugar.

3- Hogares monoparentales: En los que el compromiso de la crianza queda en manos de una sola persona sobrecargada de responsabilidades, usualmente la mujer, quien en muchos casos, no puede dar el acompañamiento y los cuidados que hijas e hijos requieren, con consecuencias como afectación de la relación familiar, sentimiento de orfandad afectiva, abandono, exposición a riesgos de maltrato y abuso sexual, enfermedad mental, consumo de sustancias psicoativas, deserción escolar, escasez de recursos económicos, limitación de posibilidades de desarrollo para los hijos, factores que se constituyen en caldo de cultivo para que se presente violencia filio-parental.

4Madres y padres permisivos: Que muestran ausencia física y emocional, sin normas o sobreprotectores, negligentes, que generan sentimientos de inseguridad, indefensión, disgusto, ansiedad en sus hijos, que no se constituyen en figuras de autoridad democrática, o son autoritarios, pueden favorecer prácticas de violencia filio-parental.

5- Tener experiencias de violencia a edad temprana: Que pueden ser replicadas por los hijos con sus padres a manera de retaliación.  Adicionalmente, los investigadores han encontrado que haber sido víctima de agresiones en la infancia es uno de los mayores predictores de maltrato contra madres y padres.

¿Qué hacer? Ante todo actuar con prevención

1-Tener hijos es una tarea que se debe asumir de manera comprometida, amorosa y responsable.  En ese sentido, tanto hombres como mujeres han de hacer el máximo esfuerzo por garantizar el cumplimiento cabal de los derechos de niñas y niños.

2-El ejemplo que demos a nuestros hijos será parte del legado que les permitirá desempeñarse en el mundo de determinada manera. Asegurémonos que sea una experiencia buena y constructiva para ellas, ellos, nosotros y la sociedad.

3-Formemos desde temprana edad en valores como la bondad, la ternura, la compasión, la sensibilidad ante la necesidad humana, el respeto por las personas, los animales, la naturaleza, y vivir dignamente, sin ostentación. La humanidad y el planeta lo requieren.

4-Desde el principio de la vida, madres y padres tienen la obligación de mostrar interés real por hijas e hijos, facilitar la expresión de sus sentimientos, tratarlos con afecto, esforzarse por satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, poner normas de convivencia y límites claros, compartir tiempo con ellos, cumplir los acuerdos, apoyar sus iniciativas, hacer acompañamiento a su proceso educativo, apoyar el cumplimiento de sus sueños.

5-La educación de madres y padres sobre cómo ser asertivos en la crianza permitirá hacer un acompañamiento adecuado al proceso de desarrollo de niñas y niños. Esta es una necesidad imperiosa que debe ser asumida por los gobiernos, instituciones responsables del tema de familia, y por las personas que quieren tener hijos.

6-Es de obligatorio cumplimiento proteger a niñas y niños de toda forma de maltrato, de abuso sexual, y evitar al máximo ejercer actuaciones dañinas contra ellos.

7-Si en su familia hay un hijo maltratador y le es imposible manejar la situación, prevenga males mayores solicitando ayuda profesional de un psicólogo,  y/o acuda a la Comisaría de Familia de su localidad donde podrá encontrar asesoría especializada.

En resumen

La educación en el ejercicio maternal y paternal adecuado es fundamental para prevenir todas las formas de violencia. Por su parte, el amor, el compromiso, el respeto por hijas e hijos, la formación en valores ciudadanos, son aliados indispensables en la construcción de relaciones familiares saludables y contribuyen a criar seres humanos afectuosos, estables emocionalmente, con proyectos de vida exitosos e interesados en hacer de este mundo un lugar mejor.

 “La violencia es un animal incontrolable, que suele terminar atacando a su propio amo”. Renny Yagosesky.

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