Antiguamente la palabra empeñada era de mucha valía, pero ahora, hablar e incumplir, decir algo y mentir, está a la orden del día, sin importar el daño psicológico, social o material que se llegue a causar.
Todos en mayor o menor medida hemos sido víctimas de promesas rotas, de gente que ha alterado deseos, aspiraciones, u obstaculizado proyectos por no honrar la palabra. Sxxi.net Psychology le cuenta por qué es importante esforzarse por cambiar esta realidad.
Un experimento social
Participando como invitados en un evento programado por el Jardín Botánico de Bogotá, tuvimos la oportunidad de interactuar especialmente con familias que llegaban con sus hijos a visitar el stand de Sxxi.net, interesadas en nuestro trabajo. Así las cosas, algunas personas aseguraban que volverían a llevar nuestros productos, luego de conocer la oferta de los expositores presentes en el lugar, ante lo cual, el director confiadamente les decía: “Si desean llévenlos, luego pasan a pagar”.
La sorpresa
Contrario a lo esperado, todos sin excepción, se acercaron a saldar su deuda, aunque pudieron no hacerlo; eso nos reconfortó, pero más que recibir el dinero, nos animó el hecho de que estas madres y padres, mostraron a hijas e hijos el cumplimiento de la palabra empeñada, que aunque parece un asunto sin importancia, incide sustancialmente en la personalidad de niñas, niños y jóvenes, que ven en los adultos los referentes éticos y morales a seguir.
¿Por qué es importante cumplir con la palabra?
Una de las grandes enseñanzas de la Biblia señala categóricamente: ”Que vuestro si, sea si, que vuestro no sea no”, Santiago 5:12, refiriéndose al hecho de respetar la palabra empeñada; instrucción que lleva consigo una recomendación trascendental para tener una buena convivencia, que en términos generales implica, evaluar conscientemente si estamos en capacidad de cumplir antes de establecer un compromiso, para avanzar hacia su ejecución de manera excelente o abstenernos de hacerlo; con mayor razón si este contempla algo inadecuado, como por ejemplo, ejercer violencia contra alguien, cosa que no se debería prometer. Por su parte, la ciencia confirma ampliamente la conveniencia de seguir este consejo.
¿Qué ocurre cuando damos nuestra palabra?
Quien promete aviva esperanzas, ilusiones, sueños, expectativas, así que lo peor que se puede hacer es no cumplir, porque ante el incumplimiento, sin razón suficientemente válida, no hay excusa que valga. Este principio básico es aplicable a la relación con los hijos, la esposa, el esposo, padres, madres, hermanos, familia, amigos, vecinos, y en las relaciones laborales.
Conozco cientos de casos en los que debido a faltar a la palabra, se daña el corazón de quien espera y confía, especialmente de niños(as) y jóvenes, que pueden optar por imitar esta conducta errónea y deplorable, infortunadamente naturalizada. El ejemplo más crudo y lamentable de esta práctica es el de la mayoría de políticos que en campaña prometen todo lo que precisamente van a incumplir.
Ahora bien, muchos adultos consideran que infringir una promesa no tiene repercusión, y menos importancia le dan si se ha hecho a una niña o un niño; pero en realidad, cuando se trata de ellos(as) el compromiso es mayor, al punto de que estas promesas deberían ser de obligatorio cumplimiento, aclarando nuevamente que no estamos hablando de prometer cosas que los (as) afecten.
Consecuencias de faltar a la palabra
El incumplimiento con hijas e hijos, hace que transmitamos un mensaje negativo sobre nosotros, produciendo decepción, desilusión, frustración, tristeza, falta de confianza, perdemos la credibilidad y deterioramos la relación filial. Igual ocurre cuando incumplimos la palabra con otras personas.
Beneficios de honrar la palabra
1-Nos convierte en personas confiables y creíbles porque nuestras palabras y hechos son coherentes.
2-Favorecemos el desarrollo de procesos que seguramente dependen de nuestro cumplimiento generando la sensación de que se puede contar con nosotros.
3-Promovemos relaciones interpersonales respetuosas y dignas, como todos merecemos.
4-Ganamos mutuamente fortaleciendo vínculos.
5- La coherencia actitudinal aumenta nuestra autoestima y la estima de los demás.
6- Establecemos relaciones satisfactorias basadas en la confianza.
7-Generamos certeza, estabilidad y seguridad.
8-Al honrar la palabra empeñada educamos a niñas, niños y jóvenes en este valor fundamental fomentando la construcción de una vida honesta, amable , justa, centrada en la dignidad humana.
Ahora que usted ya sabe por qué debe esforzarse por honrar la palabra le instamos a hacer de esta práctica un ejercicio cotidiano en todos los escenarios.
“Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas”. Anatole France
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