Lo dijo Séneca hace muchos años, y la sentencia sigue siendo vigente, en especial, si a diario nos dejamos acosar por pensamientos dañinos que nos hacen sufrir anticipadamente por premoniciones que casi nunca ocurren. Si ese es el caso, esta nota es para usted
Muchas veces nos afligimos a causa de sucesos que imaginamos ideando los peores escenarios; haciendo suposiciones que se quedan solo en inventos; sacando conclusiones sin tener evidencia; sospechando que algo ´raro´ pasa, o generando expectativas alejadas de la realidad que nos llevan al plano del sufrimiento. Pero por lo general, estos pensamientos nocivos no se concretan y, al final, hemos sufrido, gastado energías, tiempo valioso, y hasta perdido la salud, en vano.
La práctica hace el hábito
Cuando se lleva un buen tiempo en el ejercicio de sufrir por cuenta de lo que imaginamos, damos origen al hábito; es decir, incurrimos en una conducta que se hace de manera constante, que no es innata sino aprendida, y a fuerza de repetirla, se convierte en un patrón de pensamiento que reproducimos a diario. Ahora bien, si logramos entender que esta manera de obrar nos causa daño en todo sentido, porque nos enferma física y mentalmente, nos vuelve conflictivos, huraños, resentidos, amargados, indolentes, e impide cumplir nuestras metas, necesitamos eliminarla de nuestras vidas.
¿Cómo cambiar?
1-Lo primero es instalarnos en la tarea de observar con detenimiento nuestros pensamientos. Para facilitarlo, es necesario visualizar una pantalla mental en la que hemos de proyectarlos lo más fielmente posible, hasta que nos permita verlos como un observador externo, analizando detenidamente qué nos estamos diciendo, cómo lo estamos haciendo, adentrándonos en nuestros sentimientos y vivenciando los estados de ánimo que resultan de estos pensamientos.
2-Ahora es el momento de entender que tenemos el poder real de moldear nuestra mente, y que ese dominio nos permitirá sustituir los pensamientos negativos por pensamientos positivos, alejando los futuros adversos y reemplazándolos por proyecciones amables, de amor, de respeto, de bondad, de solidaridad, de perdón, de logros, de abundancia, que con el tiempo y la práctica, generarán experiencias personales de bienestar, tranquilidad, éxito, y felicidad.
En otras palabras: conviene sustituir los pensamientos dañinos por constructivos, cuidando la calidad de estos, centrándonos en el aquí y el ahora, guiando nuestras imágenes mentales, sentimientos y acciones a la meta de convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos. Es cierto que los seres humanos somos vulnerables de alguna manera, pero la idea es salir vigorizados, optimistas y vencedores en esta prueba.
3-Adquirir el nuevo hábito
Si practicamos a diario el pensamiento positivo frente a todos los hechos de la vida, y adicionamos esa cuota de amor hacia nosotros mismos y hacia la humanidad, infaliblemente nuestra realidad cambiará para bien nuestro y de quienes nos rodean. Nada mejor que vivir nuestra existencia de manera entusiasta, esperanzada, reconciliada con la vida, apostarle a vernos y sentirnos bien, a ser felices, a hacer lo que siempre hemos soñado, obteniendo dividendos espirituales y materiales, pero sobre todo, aprendiendo a ser agradecidos con lo que tenemos, a no sufrir por lo que no poseemos y a trabajar con ilusión por alcanzar nuestros propósitos.
En resumen: construir un futuro positivo está en nuestras manos y tiene varias ventajas: nos predispone a obtener el éxito, mejora el estado de ánimo, la salud, la convivencia, el desempeño, nos libra del sufrimiento, sana nuestro cuerpo y nuestra mente, nos permite vivir en el aquí y el ahora, hace que los problemas imaginarios desaparezcan, porque al final, el sufrimiento o la felicidad la generamos nosotros mismos.
Para terminar, dejo a nuestras lectoras y lectores esta frase inspiradora que invita a hacer un alto en el camino y a construir un nuevo comienzo, porque nunca es tarde para cambiar.
“Lo que eres es lo que has sido. Lo que serás es lo que harás a partir de ahora”. Buda.
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