Como solía hacerlo semanalmente, Marielita salía y barría el andén. Podemos decir que era una actividad cívica de mantener el frente de su casa limpia. Son muchas las historias sobre ella y su labor con los vecinos, con la zona verde y, en especial, con la Policía. Trabajaba allí desde hacía 40 años, en una casa grande frente al parque principal del ecobarrio La Esmerada, ubicada diagonal a una CAI que funciona desde hace años.
Marielita había iniciado una cría de gallinas, pavos, conejos, curíes y patos alrededor del CAI, aprovechando la zona verde que bordea las instalaciones, que conectan directamente con el área de canchas de tenis, fútbol, juegos infantiles, y que tiene al lado derecho, la extensa zona de bosque donde hoy crece el Jardín Utópico, otro emblema en la historia de comunidad de este hermoso lugar.
El Cai era su referente y con los policías de turno, Marielita se comportaba como una vecina atenta ofreciéndoles tinto, agua de panela, hasta el punto que hace un año les celebró, como lo hacía desde tiempo atrás, la Navidad anticipada con lechona. También recogía los nombres y edades de los hijos de los patrulleros para conseguir obsequios. Para el Año Nuevo no faltaba el ajiaco, y así llevaba a cabo mes a mes, actividades de solidaridad y apoyo cuando alguien lo necesitaba.
Ese domingo 15 de diciembre de 2019, alrededor de lechona e intercambio de obsequios, Marielita se despidió atenta, con la intención de pasar al otro día, como todos los días, a alimentar los animales que por allí merodean, y son la admiración de vecinos y peatones que transitan por el lugar, al ver como conviven en el solar del CAI, y circulan por el parqueadero de motos y la oficina de comando.
Los vecinos cuentan que el lunes siguiente, un residente salió en su vehículo, del conjunto de edificios del barrio, giró a la izquierda, luego a la derecha, en una calle tranquila, de doble vía, que el señor traía su mascota atrás y se distrajo con ella, o que había tenido una discusión en su casa y salió mal humorado. Cualquiera que fuese la causa de su descuido, se metió al lado de la vía por donde los carros van al oriente, contrario a donde él se dirigía, que era el occidente, y atropelló a Marielita, que barría en ese momento la calle, causando su muerte de manera instantánea.
La comunidad quedó en shock frente al lamentable hecho; se hicieron los preparativos de velación en el salón comunal, y el grupo de policías del CAI le rindieron homenajes como si fuera de los suyos. También un grupo de vecinos de la comunidad, conmovidos con la vida y servicio de Marielita implementó el proyecto denominado la Granja de Marielita, liderado por Emilia Valenzuela, Blanca Duque, Diana Abello, Claudia Cifuentes, Javier, Marcela y Manuela, amigos que, especialmente los domingos, hacen presencia para alimentar los animales, sembrar plantas o arreglar algún corral.
Una acción inusual de solidaridad continua, un hecho infortunado, y tener al lado del CAI una mini granja, se conjugan para mostrar que la memoria se guarda, la gratitud permanece, la acción colectiva fortalece a las comunidades, el interés de educar a niños y jóvenes sobre el buen trato a animales y plantas debe ser cotidiano, haciendo posible la construcción de una cultura de la dignidad y el respeto, en el marco del valor de las personas, del reconocimiento de su legado afectivo y ambiental, que se concreta en el ecobarrio La Esmeralda, en la Granja de Marielita, nuestra vecina inolvidable, y en nuestro Jardín Utópico.
Le puede interesar: