En un partido electrizante lleno de emoción para los hinchas, el Chelsea se alzó con la Champions League.
El nuevo choque entre Tomas Tuchel, quien tomó las riendas del Chelsea a mitad de temporada, y Pep Guardiola, técnico del equipo ciudadano, marcó una final apasionante, debido a que el estadio Do Dragao de Oporto albergó espectadores, después de una temporada completa de ausencia.
El equipo londinense venía de cargarse a las dos plantillas de Madrid en llaves pasadas, mostrando jerarquía y solidez defensiva, pilares de este conjunto desde que Tuchel asumió el cargo. Fiel a su estilo, el técnico alemán decidió salir con 5 defensas, dos de ellos carrileros, que sumaban en ataque cuando el equipo tenía el balón y regresaban a consolidar la defensa al recibir el ataque rival.
En el otro bando estaba el grandioso equipo de ´Pep´, que temporada tras temporada deslumbra con su apabullante y demoledor juego. Favoritos indiscutibles, después de ser campeones de Inglaterra con una diferencia holgada y de pasar cada fase de este torneo sin discusión. El planteamiento del español fue arriesgado, pues apostó, por primera vez, a no tener en el arranque un mediocampista netamente defensivo, como Fernandinho o Rodri, frecuentes en este puesto y consolidó a su gran figura, Kevin de Bruyne, como falso 9, para abrir espacios y apoyar en ataque.
La contienda fue electrizante, el Chelsea lució como el equipo que más oportunidades tuvo y desaprovechó. Sin embargo, el alemán Kai Havertz, aumentó el frenesí anímico, a tres minutos de terminar el primer tiempo, cuando capitalizó un magnífico pase entre líneas de Mason Mount, que le permitió disparar a la red vacía después de encarar a Ederson, poniendo el marcador 1 a 0 en favor de los ´Blues´.
El segundo tiempo fue alucinante, el City sufrió un golpe bajo al perder a De Bruyne, luego de un violento choque con Rudiger, y su reemplazo fue Gabriel Jesus. El Chelsea metido en su área se defendía con fiereza. El City ilusionado, ingresó a Agüero, soñando su despedida con la victoria, que nunca llegó. Kanté, la figura del partido, desactivó jugadas clave y fue estandarte del medio campo, emulando sus partidos contra el Real Madrid, cortando juego peligroso con magistral acierto, llegando al área rival con solidez, y aportando con gran despliegue físico, habitual en él.
Los 7 minutos de reposición fueron una agonía; el City casi hace el milagro con un disparo de Mahrez cerca del área, pero la suerte ya tenía color: el azul del Chelsea, que conseguía alzar su segunda copa en el torneo más famoso del mundo: La UEFA Champions League.
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